miércoles, febrero 08, 2012

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Grito sobre el elefante
sin saber si lo inventé
o no para de crecer.
Escarbo los pantanos
sin saber si tienen serpientes
sin saber si hay pantanos.
Difamo a lo que quiero
y las manos del fuego me sueltan.
Me desespero en segmentos
hasta desmoronarme en silencios.
Las respuestas coquetean durante el baile
cubriendo sus rostros con la máscara complicidad del sueño
descansan en sillas ilusorias
de ilusión.
Mi cuerpo es hervido
en el caldero amoral
del siniestro rol del espectador que siente
que desea otro papel
que quiere desprenderse de la pasividad
que le impone
a la cenicienta bailarina
hasta que pierde los renglones.
Ella,
la que salta esperando un abrazo giratorio
pero siempre cae, falla, lo intenta... cae.
Cae otra vez y no entiende en dónde falla
se atormenta en su pozo de sapos
espadas and knives out
Y hoy no puede escribir con la tinta
ni jugar al código limón
hoy nada es real
y esa bailarina que había logrado aceptarse fallada
fallida
y esa máscara de sueños que obnubila el baile.
Como ese retorno que no retorna
y esa vez, la que no se escucha
ahí
otra vez
esa máscara de sueños
y el ciclo, el cielo
que no para de empezar
entre las camisas de amores.
Las cuerdas, tensadas al máximo
límite
calle sin salida
de alambre de púas
o paranoia
el vil seductor que dice tener las respuestas
y la deja escuchando ecos desorientados
robándose su descanso
reverberando en sus sueños
sacudiendo al ojo que observa
desafiando al cuerpo
que hasta hoy
fue espectador cómplice.

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