viernes, noviembre 20, 2009

Carta [con censura]

Ahora hace dos días se me hacía difícil respirar. Ahora hace dos días, vos estabas esparcido en un manojo de nervios conectado a una central eléctrica. Ahora hace dos días yo me quedaba sin palabras, pero con un juego en la mano: el que no sabía si jugabas. Ahora hace dos días y un poquito menos, yo tenía tanto que contarte -con un juego hermoso entre las manos-.
Tal vez tantas cosas-.
Me levanta la gravedad del jazz y me pone a flotar entre la brisa que corre entre mis dedos del pie, me embriaga el whisky de tu advenimiento y mis dedos que gritan al compás de las palabras que tal vez quieras escuchar.
¿Por qué antes no pero ahora sí y mañana no sé? Realmente no me importa, nada me importa si ahora es sí, si te estás acercando con las uñas retraídas y me aceptás un mate y salís de mi boca en forma de humo del habano que me compartiste cuando estaba acostada boca arriba con el escote un poco torcido y de mi boca paseás por la habitación y recorrés los recuerdos que flotan pero sólo un poco a menos que vos los estés recordando y en forma de humo entran por la bocanada que le doy a tu habano?
Te sentí tan cerca, tan injustamente cerca, sin pedirte permiso, sin contarte cómo paseaba al lado del vino y te inventaba manos y me tocaba el cuerpo y me acariciaba con sonrisas que te dibujaba en la cara y te contaba lo del asunto de la barba aunque sé que lo tenés bien sabido pero a mí me encanta verte escucharlo y que con las manos que te inventé te toques la cara y descubras que sos el hombre que invento y que elijo.
Sabía muy rica esa palabra que no dijiste, cuando hablaste de paz -y sólo paz-, cuando hablaste de que somos tan- (mientras el jazz, el habano, el whisky, vos, yo). Cuando casi me confesás que también te sentías feliz. Nada más hermoso me podías haber regalado que la idea de que -tal vez- te hayas sentido feliz a mi lado y haberte podido regalar una noche que disfrutaste y algo en qué pensar con cariño.