lunes, septiembre 20, 2010

Lo que nunca voy a decir(te)

Silencio.
El ruido de la lluvia cayendo por algún lugar bien planeado por donde debe fluir el agua de lluvia para no perturbar nuestras secas existencias dentro de jaulas-edificios de las que salimos grises-pájaros con prótesis impermeables-plásticas para no enfrentarnos ni siquiera con lo que corremos de costado para así decidir en nombre de El Clima, todopoderoso impersonal de magnánime imponencia. El humor del tiempo. El clima es el humor del tiempo. Y queremos a todos los humores del tiempo, queremos experimentarlo todo. Apasionado el hombre con Su Magnificencia: alabanzas, artículos, danzas, gritos, recuerdos, blasfemias, clichés. Nos permitimos integrar su existencia dentro de mitos con calles... pasajes tal vez, pintorescos o terroríficos, de plena acción o de tiempo-emoción detenido, lo ponemos bajo nuestro dominio. Con sonrisas o con lágrimas que tienen que ser adivinadas por entre la cortina de Verdades que Clima nos impone. Hasta que jugamos a ser el clima y convergemos nuevamente en el seco-artificial-clima. Y hay más humedad de la que quisiéramos pero a su vez nos alegra su presencia, recordamos lo muy felices que son las plantas en este momento, yo siempre recuerdo eso. Siento desapalmazarse al aire, siento al Clima ir con la violencia de lo que es demasiado rápido para mis ojos y llamaba agresivo contra el cegador humo de polvo de tiempo de humano que está expandido a nuestro alrededor, contra la inmóvil tierra cubierta de pesado cemento rígido, y también si prestamos un poco de atención podemos ver a la violencia rebotar hecha partículas más pequeñas luego del impacto y tal vez y solo tal vez somos afortunados y podemos ver cómo ciertas partes de ella se desintegran y se pierden en un charco volviéndose parte de él (ella, él) o quizás sea esa que se mete por el único huequito que tenía el bien elaborado equipo marchitador de piel. Algo así como curitas eternas.
Nada de esto pasa dentro de jaula.

lunes, septiembre 06, 2010

La vuelta de la totalidad



Me intimida tanto movimiento

Se impone la exposición

sin permiso, sin gentilezas

Se me pone la piel de gallina

al sentir el contacto con todo lo demás

y se me erizan los pensamientos

cuando pienso en perturbar su quietud

su imponencia

y lo siento cobrar fuerzas

convertirse en peso hacia algún lado

donde la gravedad soy yo

Pero si estamos ambas

la gravedad y yo suficientemente quietas

tal vez nos confundan con una sola entidad

y pasemos desapercibidas de los ojos curiosos

sin siquiera percibirlo.


Soy paraíso en la tempestad amarilla

Pero soy oasis a los ojos que no saben lo que buscan

y me convierto en el fondo del mar

azul profundo e inexplorado

quietud de astro

movimiento del cosmos que una mente inventó

curiosidad naranja.


De mi cuello parten las palabras

que ya no soy capaz de decir

signos gordos y densos con tejido adiposo

que me fueron extirpados

Mis más mágicas definiciones

todas presas en el corazón de una piedra

La no voluntad.

La inspiración.

La musa.


Porque érase una vez

que yo me oía a mí

y ahora no me quiero callar

porque me escucho

Y una vida menos para la felina y un poema más

que duerme y se alimenta

y continuó en tu ausencia

con tus palabras

la impronta, el sello de calidad

buscándose en este nuevo lugar

volviendo cada mañana al azul oscuro manantial

resurgiendo en cada Luna llena

como la voluntad de los soñadores anhelantes.


Y soy el peso en la Tierra

y escavo sedienta de grasa

de centro de carne extirpada

y la carne y yo nos fecundamos

y estallamos al astro

y somos supernovas.


Me miro las manos con desconcierto.


érase una vez el día después.

estaba el día y yo después

cuando mis manos lograban apropiarse de algo

y comía o fumaba algo,

salía en la foto y entraba en el día

pero mis manos antes o después, o en el día

consumían el respectivo objeto

y la presión pasaba a mis ojos

y no sabía qué hacer, y dubitaba, experimentaba

y después me di cuenta de que lo que en realidad veía

era el fondo de mi nuca

y que la presión era fruto del sentido inverso de mi visión

así llegue a la vía láctea

y conocí a la Luna.


Un azul oscuro manantial

Una vida menos para la felina y un poema más.