sábado, diciembre 03, 2011

Soñar

Un grupo. Bastante gente presente y otros tantos solo nombrados. Una habitación más bien pequeña y algo de una vieja casa de infancia. Maderas bien oscuras y paredes bien blancas pintadas hasta el zócalo. Por algún motivo, algo apurados. Necesitábamos ir al grocery store y yo no conocía las reglas. Los pasillos eran angostos y chanfleados, geométricos mas llenos recovecos y dobleces. Si se recorría la casa se podía concretar una estado circular del movimiento, pero una vez dada toda la vuelta, los ambientes ya no serían los mismos, las reglas del universo, tampoco.
Era imperante ir al grocery store de modo que él tomó una daga y el grupo en su conjunto tomó tres autos y emprendió el viaje. Antes, como ritual, dimos varias vueltas a la casa cambiante, a ver si esta vez teníamos más suerte. Durante el tiempo de transporte no hubo inconvenientes, pero así como contactamos con el aire de este universo en el que caímos -todos muy parecidos estéticamente al que conocemos- comprendí que esto sería peligroso.
Los hombres reptil no tenían malas intenciones, pero estaban dispuestos a alimentarse de nosotros. La lucha comenzó y yo no sabía qué debía hacer, de modo que opté por no entorpecer a los demás y quedarme escondida y atenta por si me convertía en necesaria. Mamá daba vueltas a la manzana tratando de encontrar una realidad más favorable, y así fue como los hombres reptil perdieron masa y estatura y él, con su daga, pudo acabar con ellos, no sin cortarme un dedo por el filo de forma profunda pero sin mutilación posterior, o tal vez eso fue por el nuevo cambio de universo. Vueltos y triunfantes, nos dedicamos a trasladar computadoras de una habitación a la otra mientras otras personas seguían girando y ajustando al universo.

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