miércoles, diciembre 07, 2011

Ever-shrinking

Quizás las alamedas de noche no son tanto como se las imaginaba; quizás las catacumbas de las que venía no la aleccionaron con suficiente oscuridad. Caminaba y le fascinaba el pasar de las piedritas bajo sus pies y también el secreto mareo que eso le causaba; le agotaba un poco la idea de prestar atención a la conversación que se le ofrecía a su derecha. Le gustaba lo de tomar mates como eufemismo de una buena compañía y elegía cuidadosamente el instante de aire en que era conveniente responder para que eso no perturbara su mirada y ésta no se escapara del suelo. Pero al finalizar la frase, en un descuido y sin gafas oscuras, miró, cruzó las miradas, reconoció las alamedas. De niña la habían apodado láser de colores porque tenía tendencias monocromticas y, por ello, resaltaba. Con la discreción que confiere estar acurrucada bajo la construcción social y el color, ella brillaba -las piedritas del camino la hacían brillar-. Le gustaba, empero, que la llevaran a pasear, a ignorar el camino, a distraerse con lo importante. La en suerte compañía emisora de conversación era palabra cálida e instructiva y, con el fragmento de atención dedicado, ella, se dio y abrió sus sentidos hasta contagiarse del contexto, podía convertirse en el contexto, su atención podía sobreponerse al objeto bajo pericia, la voz atendida, y desviarla a su merced. Señales y sutilezas, era un juego de magia de verdad, pero ella... ella quería escuchar y para eso se tenía que expandir. Un personaje y su burbuja llena de luz. Con el trascurrir de su paso por las historias que las compañías contaban fue descoronando a su reino, fue desmistificándose, porque se hizo conocer, dejó de ser la dama de la luz y el color. Hoy es eso que vemos ahí chiquito y apagado, lejos en un océano o quizás en el extenso cielo. Ciertamente conserva, Su Frialdad, el misterio de la historia. Ciertamente, no está dispuesta a contar. Quizás con suficiente Sol, revele algún misterio.

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