miércoles, octubre 20, 2010

Un festín para Freud

Salgo de mi habitación atrasadísima.

A la tercera vuelta voy a descubrir de qué color quiero pintar mi pared.

Salgo atrasadísima y bajo a la habitación secreta que hay en mi casa.
La habitación de no ser por la ventana podría ser una piscina pequeña para ser piscina, normal para ser habitación, pequeña para ser océano. Por esa habitación pasa el subte y veo dos gatos ¿eran gatos? creo que eran más grandotes y gordos que gatos... sabía que me estaban observando,,, no a mí, al subte, tomando notas, reportando conductas.
Diego está en la estación de subte de la habitación oculta de mi casa casi piscina un poco menos que habitación y un poco rara para estación de subte y me saluda con su eterna simplicidad y calma.
Creo ya haber visto este lugar... en algún otro sueño, le comento... esas escaleras chiquitas, incómodas, con tramado de reja ondulante a rombos oxidados.
Llega el tren, viene viniendo y tengo que llegar a Corrientes y Ángel Gallardo. Ahí viene el subte pero no para en esta estación, lo veo irse a toda velocidad en una curva de cadera hipnótica.

Necesito ir a otra habitación, necesito encontrar la forma de tomarme el subte.

Corro por las finas e intrincadas escaleras -desearía haberle contado a alguien el laberinto del shopping que soñé aquella vez-. Encuentro el sonido del subte y corro hacia él; los gatos flotantes y observadores me miran con calma, pasivos... atentos. Me siguen mientras recorro los distintos espacios del subte.
Ahora me encuentro en otra estación: parece Plaza Miserere pero más finita. Llega el subte lleno de personas con cabezas de globos, que no dan miedo valga la aclaración; todo tiene mucho color saturado y sonido a hule y un poco de olor bizcoso y música burlona.
Es necesario subir muy rápido al subte.
Logro ingresar apretada entre hule a uno de los vagones y veo que uno de los gatos observadores golpea su frente con su palma asumiendo que le espera un largo viaje aún.
Son 4 estaciones las que logro recorrer y me bajo en una asumiendo que me tomé el subte equivocado... no reconozco las estaciones.
Estoy en una habitación con una pared color lavanda o más bien gris vioiláceo; Diego está jugando con una agujereadora sentado adentro de un estante. Me invita a tomar mate a la bañadera.
-No. Tengo que llegar a Ángel Gallardo antes de las 8, le respondo.
-Mate y hule me distraen y cuando ingresamos a la bañadera no era otro lugar más que la piscina oculta de la habitación de aparte de mi habitación de mi casa. Las vías de subte estaban instaladas y los gatos me seguían observando.
-¡Tengo que tomarme ese subte, ahí viene!- Le grito a Diego mientras lo saludo sacudiendo mi mano.
Me acerco a uno de los gatos observadores y les pregunto si saben cómo llegar a Ángel Gallardo, les explico que estoy muy atrasada y ellos me explican que yo no debería estar viéndolos, que no me pueden ayudar, pero que claro que conocen la respuesta. La gata hembra pone más agua para el mate en su hornalla, esa que le flota por detrás y enciende con la mirada de deseo exacta.
-Suerte, ¡nos vemos! Replica Diego a lo lejos como si él se alejara en vez de yo, como si la habitación fuese la que se está moviendo. Nuevamente avanzo cuatro estaciones y para mi sorpresa comprendo que llegué a una habitación que me parece familiar, que podría ser el lugar que busco, pero ¡Oh!, el color lavanda, el agua, el calor, el olor distante de la habitación que está pero no está. Estoy nuevamente en la habitación que trae adjunta una oculta piscina bañadera habitación estación de subte.
Despertador.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hmm, podría haber soñado esto mismo todos los meses durante los últimos 4 años.

Unknown dijo...

0.o ?!