Por fin mi ruido reina ante mi ruido, se escucha en el ruido al ruido mismo y se deja llevar por los caminos que sólo el ruido puede mandar al ruido a hacer. No quisiera que nada perturbe este caos de imposible serenidad definida en esa posición que adoptaste esquivando la luz que yo tanto necesito porque sin luz mi ruido no se reproduce, no se sella con fuego a mi existencia, no se desprende de mí la inocencia con que dormís.
Pero hoy te toca dormir a vos. Hoy yo tengo gusto a ensalada en la boca y algo de grasitud en la piel porque en vez de bañarme me higienicé lo mínimo indispensable para poder venir y dejar que lo que soñás se apodere de mi capacidad de expresión.
Te veo caminando solo, pero regalame un espacio, regalame la imagen de ese árbol que dibujé y no te gustó metiéndose en tu dulce sueño, en tu mirada contemplativa y abierta, dejá que el intercambio se produzca en tu andar saludable y fornido, en esas sombras negras que caminan detrás tuyo ¿Sabrás, con esa mirada apacible, que esas sombras están ahí? No importa, ellas juegan a asustarme a mí que te robo un poco de tus sueños para convertirse en mi quehacer cuando vos dormís, en mi intromisión en tu dulce e inocente sueño y eso, por eso, es que sos libre de ellas.
Gracias por esos adoquines del sueño, ahora sé que caminás por una calle peatonal adoquinada, que tus zapatillas son suficientemente cómodas para caminar por él pero que uno de cada 54 pasos que das hace flaquear uno de tus tobillos ante la fuerza de lo estático que no ha sido preparado para vos.
Volvé a hacer ese sonido de arrullo remolón, volvé a respirar profundo hasta sacarme todo el aire, volvé a absorver mi capacidad de dormir y sumila en el más preciado de los sueños donde yo no sea sino lo que no sabés que está ahí. Tal vez podrías acomodarte en una posición más cómoda, me está doliendo la espalda.
Mi yo-sombra te abraza y te enfría un poquito la espalda pero mi yo hecho de dedos te tapa para velar por tu sueño sin el cual yo no existiría. Arráncote la piel que no usás y me la llevo y me convierto en sombra que se ve como persona y vos me preguntás si tengo frío y me tapás como si estuviese a tu lado y yo desde acá te observo gentil, te desmenuzo el sueño trayéndolo a este otro plano donde vos apenas descansás, me pregunto qué sentirá tu sueño al ser invadido por su propia creación desprendida de sí.
Mi ombligo se transforma en manzana pero más oscura, será por mi escencia de sombra. Será porque buscás algo rojo, será porque ya no soy parte de tu sueño y esa sombra que te perseguía ya no puede estar ahí porque está acá y yo quisiera ver qué pasó con el árbol que no te gusta porque lo dejé ahí para vos pero ya no soy parte de tu sueño cuando me convertí en la sonbra que reía por detrás tuyo sin que lo percibieras, antes de que lo percibieras, ahí, antes de convertirme en lo que soy ahora: sólo un montón de letras que me reviven cuando me acariciás con tu mirada.
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