Volver a las tinieblas de la casa conmigo. De la casa conmigo y sólo conmigo. Del silencio que dejan las voces a las que no les interesa escucharme, volver para escuchar al estómago gruñir. Las hendijas de luz que ocasionalmente reposan sobre la pared. La pared amarilla parece un desgarro: viejas mordidas y cicatrices estáticas listas para ser recorridas cada vez que acompaño a la casa. Sola.
Se nubla el pensamiento y las hendijas copan la totalidad de la visión y muestran caras y me sulfuran la sangre hasta dejarme petrificada. Sigo mi propia y tajada sombra; sigo un pedazo de mi sombra y me devuelve la figura de un felino.
Desde el cielo raso resuenan las voces de mis pacientes clamando por la sanidad que se les promente y me preguntan y me exigen y me gritan y desesperan; cuentan conmigo. Pero la casa está sola (conmigo).
La cama me atrapa y me reprocha el desorden que imagina un otro y las arrugas de la cama y a vos te parece si no te cuesta nada estirarla un poco y la cama me empuja y yo salto asustada y siento muchas ganas de hacer pis y ahora estoy encerrada entre una cama gigante que me reta y me señala con su arruga índice y unos pacientes que se encienden en forma de lámpara y se vacían en forma de vaso quebrado y se desabrochan en forma de monedas desperdigadas que caen y flotan pero sólo un poco y siguen cayendo sobre mí y se escucha un estruendo y soy yo en el piso y esos monstruos acechando y la amenazante mesa de luz y la matrona cama y El Gato Noné sentada sobre la cama haciendo presión y el ventilador abre sus ojos y me enrosca en sus brazos y me lame el pómulo pero tiene lengua áspera y el cadáver de esa mosca muerta que me mira porque sabe que yo fui su asesina y ahora quiere vengarse y nos miramos y El Gato Noné aplasta a la mosca y se retira de la habitación que está quieta y en silencio y la cama está arrugada como pasa de uva y mi yo temblando en un rincón y yo la veo y ya me senté a su lado pero ella se asustó y yo sólo quería preguntarle, porque tal vez ella tuviera una respuesta, tal vez ella podría explicarme cómo llegó a la Antesala del Caos, porqué tuvieron que lastimarme así y entonces la espío desde un rincón oscuro pero veo en sus ojos el terror y entonces camino con toda mi elegancia y mi pitillo y doy vueltas y ahí está ella y quizás también es portadora de una daga... no, no puedo acercarme, quizás ella también quiera lastimarme, a mí, a la condesa que besa vidrios y los rompe cuando se acerca a ellos y yo sé que ella es la culpable del vaso roto y que no existe, que está sólo en mis sueños y nada más, no es más que el producto de mi imaginación y sin embargo la necesito para construir este ser. Con ella o sin esta yo.