De esos días en los que te extraño tanto.
De esos días en los que me pregunto por qué no habremos tenido ochenta vidas antes de alejarnos o de qué sirve que aparezcas en mis sueños y en mis voces. Y un mono que hace matemática. El mono debería agarrarnos las manos y mostrarnos los que nos pasa con numeritos que yo jamás entenderé, pero vos con palabras dulces... Los demás se empecinan en recordarme que debo recordarte y yo, intentando dejar atrás el entierro. Pero vuelve, porque los demás soy yo recordándome que no volviste. Que tal vez nunca estemos de acuerdo en muchas cosas; que tal vez tus juegos te impidan ver lo que te estoy diciendo. Que aprender a observar el valor del horizonte a pesar de las imperiosas sombras de las montañas distantes, distanciadoras. Para no convencerte, para mirar el horizonte de antaño y pintarlo con colores nuevos: para darte continuidad y permanencia. Por todo y a pesar de todo. Eso que quizás nunca logres valorar. O quizás sí. O ambas o ninguna.