De los muros quedaron los grises pisos sin pasto, sin pasto que vuela como polvo metiéndose entre los humedecidos pulmones. De pulmones que chupan y escupen y se quedan con el polvo. Ese polvo que se va a terminar de ir sólo cuando deje de entrar. Entrar. A la fantasía… una vez más. Llueven las piezas de los puzzles incompletos.
Y levantan polvo.
Se quedan se atolondran y esto. Los cellos se escuchan tan lejos que parecen violines, parece que huyeran de los bufones escarlata, de los colores que gritan, grises ratones.
De arcilla están hechas las chocolatadas y los gatos son moldeados por un niño en una escuela. El niño no quiere pasarle la mano o la lengua al gato.
Hastío.
Del gato, del niño.