Traés con vos la vida que viví sin saberlo; la tormenta terminó.
Te imagino caminando con la temperatura en la piel de la lluvia reducida a humedad en tu cuerpo y tu ropa mediante el mago Sol. Yo te miro con ojos imposibles y cautivados: no sabía si la tormenta no acabaría con todo lo que no me dejó ver de mí. Bienvenida. Vos y yo atravesamos la misma tormenta, ¿tomás mate?
Nuestros torrentes corren enfáticos entre nuestros dos seres, resguardándose tras los bordes externos de la conciencia.
Espero que esta vez vayan hacia el mismo lado y que te hayas puesto una buena sonrisa en la cara para sentir el viento.
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