Desde todas las culturas, las creencias universales —en racimos de fuego de signos— se acomodan en la florería de su camino.
Mientras camina, la selección de realidad de su atención algo intuye desde su rutina y, como lego en salto de vértigo hacia el Tetris, deja caer una moneda al costado del primer arreglo floral.
Es durante el movimiento preciso por repetido de levantar lo caído que reconoce un color irresistible —ese troll de la existencia que le pliega la postura—. Blandura de carne para esclavos su atención de agujero negro se entrega a ese nuevo absorber y se vuelve agujero que hunde un dolor… en un cuerpo… que sabe liberarse del dolor.
En clave de clima fluye el agua canta viento canta cambio, canta secretos a cántaros; también danza desregulada en el plexo todavía atorado, profundo ojo de Sauron, donde el minotauro canta.
Fénix fuego y ceniza de grises, pragmatismo rojo-garra, filo de letra f, calor de encuentro de miradas, sintonización en el Caos. De mirada irreversible por atento, el dragón que crea mitologías tiene los ojos abiertos.
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