jueves, abril 11, 2013

Cshhhhhh


Entonces despierta a las 21.41.
Y todas esas cosas no hechas. Una que otra mirada que me hizo cosquillas y ese órgano pudriéndose adentro de mí.
Se me sacudió la arena húmeda del hipotálamo y empecé a sentir que el tiempo iba a rodearme. Más como escondite que como límite, como placenta letárgica.
No quiero pensar en lo que tengo que pensar.
No quiero ser realista ni bajarle el tomo a los colores, para no aceptarlos como son. Y a mí me gustan las luces de colores y ahora quiero mucho color.
Mucho color y chupetines para caballos.
Pero el órgano engusanado se roba mi capacidad creativa y mi potencia de alma de postura en mano y sutilezas en la mirada.
Y ahora es ese momento de tener tiempo para pensar. Hacía mucho tiempo que no estaba acá.
Porque creo que no quiero darme cuenta.
Dibujo el bosque y la fauna que me rodean para pasar desapercibida en este gris escenario; para quedarme a jugar un ratito más... y el tiempo tic tac tic tac que se me acerca en remolino desde el centro del hipotálamo que no es sino el resonar del gusano comiéndome intensamente viva y las nueces que cascan y los broches que aprietan y este cshhhhhhhhh de televisión sin cable, de radio sin señal, de yo sin mí. De yo sin contexto ni canción ni búsqueda alguna sino alguna reacción inútil o un cesar de la costumbre que descoloque el lego que arruina mis recados. Porque todo se ve. Y yo estoy ahí y no me acordaba de lo que era sentir paranoia y acá está, oliéndome el universo arenoso y húmedo que me raspa al gusano que se come mi carne, que me pudre los colores.

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