Hay un diamante encadenado el fondo de la mar.
Hay un diamante encadenado que es dibujo en el fondo de la mar.
Hay una torta y un diamante en el fondo de la mar.
La nena estaba cantando mirando a la pared y jugaba como si otras manos jugaran con ella y ella imaginaba que esas manos estaban ahí y cantaba y dibujaba y cocinaba.
Mientras jugaba, la nena lloraba. Lloraba en silencio como si se diera cuenta de que no hay manos para jugar pero ella quería jugar así que juega mirando a la pared y juega como si alguien jugara con ella, como si hubiera otras manos.
La nena levanta la mirada como si alguien la estuviera mirando y se asusta. Sabe que no hay nadie pero le asusta esa mirada. No quiere que la vean llorar y por eso juega mirando a la pared con las manos como si hubiera otras manos.
La nena se asusta y ya no está jugando, la nena no quiere mirar pero sabe que la miran y tiene miedo y está cansada pero no se anima a dormir.
Un diamante.... Un demente.... Hay un demente en el fondo de la mar.
La nena no quiere escuchar lo que esos tienen para dejar, la nena se asusta y llorisquea y le pide a la pared que juegue con ella y la pared se acerca cada vez más y la arrincona, y la invita a jugar al encierro.
La nena se ata a la pared para tener siempre a alguien con quien jugar y una forma de irse a dormir a pesar de la mirada, con el recuerdo del juego, con el deseo pulverizado, con la tristeza en el plexo, con la mirada en el corazón, con los nudos en la garganta.
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